sábado, 25 de abril de 2015

Tamil Puthandu Vaazthukal

(Feliz Año Nuevo para Tamil Nadu)
Para ponerle un poco de sal a mis días en el Ashram, la semana pasada cambié mi rutina y partimos a Tamil Nadu, una de las provincias más al sur de la India a festejar el año nuevo.
India tiene muchas particularidades, una de ellas es que hay diferentes fechas de año nuevo. Y no es que acá se festeje en todo el país un año nuevo, sino que según la provincia y el calendario que usan, todos festejan en diferentes fechas.
Esto es parte de la belleza cultural que tienen los indios. Acá en el Ashram eso se ve muy claro y no solo con los años nuevos, sino con cualquier tipo de festividad: no importa de donde seas, siempre es una celebración, porque todos festejan todo. Todo es motivo de celebración.
La travesía a Tamil Nadu comenzó cuando Mica y Fer, dos de mis amigos argentinos acá en el Ashram, me dijeron ‘Vos Cande que nunca tuviste experiencia de Satsang afuera del Ashram, por qué no te venís con nosotros por el día a Tamil Nadu?’. Quienes me conocen, sabrán que no soy de preguntar mucho, cuando tengo ganas de algo, me lanzo a la aventura y que la vida me sorprenda.
Así que la noche anterior pedí permiso en el Info Center. Sí, acá para salir del Ashram todos tenemos que pedir permiso, básicamente como cualquier trabajo. Al ser un ashramite internacional más todavía, porque nos cuidan como bebés.  Así que, como una nena de 10 a la que los padres la dejaron salir con sus amiguitos, partimos en Rickshaw hasta el lugar desde donde salen los micros. No lo puedo llamar una estación de colectivos, porque no es precisamente eso. Es simplemente una calle donde los colectivos pasan y un hombre desde las escalares de la entrada del micro grita hacia el destino y la gente se sube. Un Ciudad de Córdoba o un San José no tendrían nada que envidiarle al bondi sin nombre indio que nos llevó hacia algún lugar en Tamil Nadu, cerca de Tirupattur.
La comitiva: Mica, Fer y Rohit, un indio amoroso que toca la guitarra y canta como los diosos.
Hacía calor, pero ya no el calor insoportable que casi me mata los otros días, sino un calor a la India, de esos en los que con tomar algo fresco como un jugo de mango se apacigua.
Arun, el Seva (voluntario) local amigo de Mica, nos vino a buscar a la estación y nos llevó a un templo Jaina. Era como una gran ciudad con diferentes templos y otros en contrucción. Todavía no entiendo bien las diferencias, pero el jainismo como el budismo y el sijismo son religiones que están relacionadas al hinduismo y es otra de las religiones más importantes de la India. Según Mica, son más ortodoxos. Según Wikipedia, tienen sus propios fundamentos y su camino hacia el moksa (la liberación).
Después de quemarnos los pies yendo de un templo al otro descalzos, seguimos camino a la casa de Arun. 
Para los indios que vengan visitas es muy auspicioso. Nos recibieron en la entrada, nos pusieron agua, sándalo, kum kum, cúrcuma y flores en los pies antes de entrar y nos estaban esperando con la comida preparada. Son hermosos. Toda una ceremonia por el hecho de visitarlos. Nos sentimos tan honrados. Tan bendecidos.
Comimos junto a toda la familia y amigos de la familia.
Otra costumbre india es que los anfitriones no comen hasta que los invitados no terminan de comer. Es una costumbre que sigo sin poder digerir del todo. Porque son casas mínimas muchas veces y ellos te están sirviendo con todo el amor y se quedan paraditos hasta que vos terminás. Y a mí me gusta cuando todos nos podemos sentar y compartir juntos. Acá también aprendí a aceptar algo: costumbres son costumbres. Y a respetarlas y honrarlas. Y esta es otra lección aprendida. Dar sin esperar nada cambio y dar y dar y dar. Esto me enseña esta cultura todos los días.
Muchos, sobre todo mi madre, me preguntará qué comimos. Confieso. Soy malísima con los nombres, pero puedo generalizarlo: arroz blanco, dahl (como una sopa con algún tipo de poroto), mezcla de vegetales, buttermilk y dulces de postre. Lo importante es que todo fue riquísimo. Lo distintivo en la comida india es que las especias lo hacen todo y que los vegetales son exóticos y el arroz es único. Y lo más lindo de esta comida en particular es que nos sirvieron en hoja de banano: cuando te ponen esa hoja como plato es símbolo de algo auspicioso, además de ser limpio ante las cosas aceitosas. (Pensándolo bien, debería hacer un post exclusivo de comidas).
Luego, tuvimos una tarde de lo más amena compartiendo con la familia de Arun, en medio de zapada. Mucho músico, mucho instrumento que nos acompañó hasta que llegó el momento para partir al Satsang.
Nos pusimos lindos y partimos hacia un templo donde los voluntarios del lugar habían montado un escenario lindísimo para que festejemos el año nuevo en Tamil Nadu.
Como ya expliqué en algún otro post, Satsang es un momento en el que nos unimos todos a celebrar: cantos, meditación y conocimiento es lo que entre todos compartimos.
Eran las 6.30pm, después de hacer el tradicional recorrido por el templo, comenzamos el Satsang cantando. A la segunda canción: se corta la luz y comienza a llover. Y no parecía que fuera a parar. Así que de un minuto a otro entramos todos al templo y la fiesta siguió allá adentro.
Tengo unas fotos muy lindas de los niños cantando y algunos videítos que cuando vuelva a Argentina editaré y subiré.
Simplemente fue hermoso compartir con ellos esos momentos, con la mística de lluvia de fondo, las velas y luego la luz otra vez.
Antes de irnos nos volvieron a despedir con honores agradeciéndonos la visita: nos premiaron a la india, poniéndonos un pañuelo en el cuello.
Para coronar el día medio mojados luego de la lluvia incesante, nos llevaron a comer una clásica dosa a un lugarcito en el pueblo
Terminamos llegando al Ashram como a las 3 de la mañana.

4 comentarios:

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  2. Cande, como siempre muy ricos tus relatos!! Un abrazo muy fuerte, Gaby!!

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  3. Si si un post sobre comidas súper interesante!!!!

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