sábado, 4 de julio de 2015

La vida es un sueño

Despertarme un día desorientada y darme cuenta que estoy durmiendo en mi cama de Buenos Aires. Despertarme otro día y encontrarme en un hotel 4 estrellas en Bogotá y a los 3 días en un hostel en Lima para luego terminar durmiendo en la casa de otro amigo en la misma ciudad.
En esto se convirtió mi vida después de India. Sorpresas por todos lados. Esto de no armar planes demasiado estructurados me está empezando a gustar.
Una de las razones principales de volver a Argentina, además de estar con mi sobrino y toda la gente linda que tengo allá, mi intención era venirme a Colombia a hacer el instructorado de El Arte de Vivir. No comenté mucho, porque faltaban dos pasos fundamentales: aplicar y que me aceptaran.
Cuando llegué a Buenos Aires decidí que no quería volver a trabajar el siguiente lunes. Sentí internamente que necesitaba un tiempo de "ver qué pasaba".
Y el "ver qué pasa" no deja de asombrarme.
Son las 6.26 am en el aeropuerto de Bogotá, después de una noche de charlas y aventuras en este tipo de lugares que tanto me gustan.

Me encanta recapitular lo que pasó en el último tiempo y cómo fui llegando al lugar en el que estoy.
Era principio de este año 2015 y entre los objetivos que me anoté (esa listita que hago todos los años y luego no sé ni qué puse ni si en algún momento lo termino cumpliendo) estaba el hacer el TTC (Teachers Training Course) para volverme instructora del curso básico de El Arte de Vivir. Lo hablé con Guruji, me dijo que mejor lo hiciera en Argentina. Y de pronto llegó el mes de abril y ya era hora de tomar acción y aplicar para tomar el curso.
Mis meses en el Ashram fueron de muchas idas y venidas en mis decisiones: que me quedo, que me voy, que qué hago. Días antes de la fecha de mi vuelo a Argentina (el que había pospuesto para fines de mayo) sentí que tenía que volver y que tomar el instructorado sería una de las razones más importantes para hacerlo.
Sin saber si me aceptarían o no, volví. Sin saber si en julio tendría que estar en Colombia, decidí no volver a trabajar y apostar a que mi foco solo sería prepararme para hacer el instructorado. Diez días más tarde, me llegó la confirmación de que podía participar del curso. Saqué el pasaje.
Aproveché que Guruji estaría en Colombia días antes del TTC y viajé un tiempo antes.
Así que sin demasiado previo aviso, sin haber terminado de ver a todos los que quería ver en Buenos Aires, me estaba subiendo a otro avión que me llevaría a Bogotá.

Pasé unos diez días de aventuras, de presenciar momentos históricos, visitar lugares en los que nunca pensé en estar y sacar un pasaje de un día para el otro y encontrarme en Lima. Ese viaje sí que no lo esperaba.
En esta visita por Latinoamérica Sri Sri Ravi Shankar recibió homenajes y premios en Perú y en Colombia por su contribución a una sociedad sin violencia y sin estrés. Se reunió con presidentes, alcaldes, empresarios, estudiantes y miles de personas necesitadas de vivir libres de estrés y de violencia. Estuvo en Cuba siendo mediador de paz por el conflicto colombiano con las FARC.
Siempre supe que Guruji estaba cambiando el mundo: su intervención en Irak, en el Líbano, pero todo esto es tan lejos de casa… Fue recién después de este viaje que realmente tomé dimensión de que lo que está haciendo es INCREÍBLE. Y que todos somos parte de esta Era. De este Presente.
La violencia está por todos lados: desde la vuelta de la esquina, la villa y hasta nuestras propias casas. Pero recién tomé conciencia de la magnitud de la labor de Él cuando lo viví tan de cerca.

Ahora, después de todo esto que viví se viene mi último tramo antes del instructorado y no puedo más del agradecimiento por este camino que llevo recorriendo. Un camino que es hermoso, que es sinuoso, que tiene montañas y valles, pero que aprendí a atravesarlo con una sonrisa venga lo que venga. Hasta cuando lloro, hasta cuando me enojo, hasta cuando me da bronca, hasta cuando me pongo nerviosa, hasta cuando me pongo indecisa. Venga lo que venga: UNA SONRISA.
Y esto parece un sueño. Un sueño del que uno se despierta y vuelve a soñar y así. Una vida de locos.



miércoles, 27 de mayo de 2015

Last but not least

Llegó momento de despedirme de India, al menos de esta primera experiencia. En algún lado me resulta extraño decir que es una despedida. Ya siento que este lugar me pertenece y que me llevo adentro mío todo lo que pude tomar y dejo todo lo que quise dejar.
Seis meses desde que llegué. Por momentos parece ayer. Por momentos me parece super lejano. Evidentemente la Cande que llegó el 6 de diciembre y la Cande que se está yendo el 28 de mayo no es la misma, y a la vez sí. Será una versión de mí más pulida. O mejor dicho. Una versión de mi en ese centro que no sé quién ni qué podrá arrancarme.
Pasé de todo en estas tierras. Descanso profundo, de-stress, cursos, desapegos y apegos,  reencuentros, nuevos encuentros, amigos, hermanos, gente que entró en mi vida y se fue, gente que entró para quedarse, nuevos gustos de comida, hambre y disfrute al comer, más cursos, más desafíos, voluntariado, darme cuenta que hacer 'seva' es una actitud de vida que ya está adentro mío,  amores falsos, amores, desamores, tesis, carburación de cerebro izquierdo, también del derecho, viajes, pero sobre todo los que van hacia adentro, silencio, ruido de bocinas, música, baile, sonrisas, lágrimas, sobre todo de esas que expresan gratitud.
Hubo un hilo conductor en todo esto, que ya lo traigo hace años, pero que acá se profundizó aun más: mi práctica. Las técnicas se respiración, de meditación y yoga.
Me voy feliz de haber cumplido con la primera regla del Ashram. Podes venir con todos tus problemas, pero no te podes ir con ellos.
Los desafíos fueron muchos, muchos más de los que conté acá. Pero venga lo que venga una sonrisa. A atravesarlo. Y seguir seguir y seguir caminando.
La gratitud me desborda hasta las lágrimas. Y feliz de volver a casa. Mi otra casa.
Gracias por haber seguido esta aventura. Como dije. Debo muchas. Así que seguirá.
Jai Gurudev. Saludo lo más profundo que hay en ti.
Les pertenezco.

sábado, 25 de abril de 2015

Tamil Puthandu Vaazthukal

(Feliz Año Nuevo para Tamil Nadu)
Para ponerle un poco de sal a mis días en el Ashram, la semana pasada cambié mi rutina y partimos a Tamil Nadu, una de las provincias más al sur de la India a festejar el año nuevo.
India tiene muchas particularidades, una de ellas es que hay diferentes fechas de año nuevo. Y no es que acá se festeje en todo el país un año nuevo, sino que según la provincia y el calendario que usan, todos festejan en diferentes fechas.
Esto es parte de la belleza cultural que tienen los indios. Acá en el Ashram eso se ve muy claro y no solo con los años nuevos, sino con cualquier tipo de festividad: no importa de donde seas, siempre es una celebración, porque todos festejan todo. Todo es motivo de celebración.
La travesía a Tamil Nadu comenzó cuando Mica y Fer, dos de mis amigos argentinos acá en el Ashram, me dijeron ‘Vos Cande que nunca tuviste experiencia de Satsang afuera del Ashram, por qué no te venís con nosotros por el día a Tamil Nadu?’. Quienes me conocen, sabrán que no soy de preguntar mucho, cuando tengo ganas de algo, me lanzo a la aventura y que la vida me sorprenda.
Así que la noche anterior pedí permiso en el Info Center. Sí, acá para salir del Ashram todos tenemos que pedir permiso, básicamente como cualquier trabajo. Al ser un ashramite internacional más todavía, porque nos cuidan como bebés.  Así que, como una nena de 10 a la que los padres la dejaron salir con sus amiguitos, partimos en Rickshaw hasta el lugar desde donde salen los micros. No lo puedo llamar una estación de colectivos, porque no es precisamente eso. Es simplemente una calle donde los colectivos pasan y un hombre desde las escalares de la entrada del micro grita hacia el destino y la gente se sube. Un Ciudad de Córdoba o un San José no tendrían nada que envidiarle al bondi sin nombre indio que nos llevó hacia algún lugar en Tamil Nadu, cerca de Tirupattur.
La comitiva: Mica, Fer y Rohit, un indio amoroso que toca la guitarra y canta como los diosos.
Hacía calor, pero ya no el calor insoportable que casi me mata los otros días, sino un calor a la India, de esos en los que con tomar algo fresco como un jugo de mango se apacigua.
Arun, el Seva (voluntario) local amigo de Mica, nos vino a buscar a la estación y nos llevó a un templo Jaina. Era como una gran ciudad con diferentes templos y otros en contrucción. Todavía no entiendo bien las diferencias, pero el jainismo como el budismo y el sijismo son religiones que están relacionadas al hinduismo y es otra de las religiones más importantes de la India. Según Mica, son más ortodoxos. Según Wikipedia, tienen sus propios fundamentos y su camino hacia el moksa (la liberación).
Después de quemarnos los pies yendo de un templo al otro descalzos, seguimos camino a la casa de Arun. 
Para los indios que vengan visitas es muy auspicioso. Nos recibieron en la entrada, nos pusieron agua, sándalo, kum kum, cúrcuma y flores en los pies antes de entrar y nos estaban esperando con la comida preparada. Son hermosos. Toda una ceremonia por el hecho de visitarlos. Nos sentimos tan honrados. Tan bendecidos.
Comimos junto a toda la familia y amigos de la familia.
Otra costumbre india es que los anfitriones no comen hasta que los invitados no terminan de comer. Es una costumbre que sigo sin poder digerir del todo. Porque son casas mínimas muchas veces y ellos te están sirviendo con todo el amor y se quedan paraditos hasta que vos terminás. Y a mí me gusta cuando todos nos podemos sentar y compartir juntos. Acá también aprendí a aceptar algo: costumbres son costumbres. Y a respetarlas y honrarlas. Y esta es otra lección aprendida. Dar sin esperar nada cambio y dar y dar y dar. Esto me enseña esta cultura todos los días.
Muchos, sobre todo mi madre, me preguntará qué comimos. Confieso. Soy malísima con los nombres, pero puedo generalizarlo: arroz blanco, dahl (como una sopa con algún tipo de poroto), mezcla de vegetales, buttermilk y dulces de postre. Lo importante es que todo fue riquísimo. Lo distintivo en la comida india es que las especias lo hacen todo y que los vegetales son exóticos y el arroz es único. Y lo más lindo de esta comida en particular es que nos sirvieron en hoja de banano: cuando te ponen esa hoja como plato es símbolo de algo auspicioso, además de ser limpio ante las cosas aceitosas. (Pensándolo bien, debería hacer un post exclusivo de comidas).
Luego, tuvimos una tarde de lo más amena compartiendo con la familia de Arun, en medio de zapada. Mucho músico, mucho instrumento que nos acompañó hasta que llegó el momento para partir al Satsang.
Nos pusimos lindos y partimos hacia un templo donde los voluntarios del lugar habían montado un escenario lindísimo para que festejemos el año nuevo en Tamil Nadu.
Como ya expliqué en algún otro post, Satsang es un momento en el que nos unimos todos a celebrar: cantos, meditación y conocimiento es lo que entre todos compartimos.
Eran las 6.30pm, después de hacer el tradicional recorrido por el templo, comenzamos el Satsang cantando. A la segunda canción: se corta la luz y comienza a llover. Y no parecía que fuera a parar. Así que de un minuto a otro entramos todos al templo y la fiesta siguió allá adentro.
Tengo unas fotos muy lindas de los niños cantando y algunos videítos que cuando vuelva a Argentina editaré y subiré.
Simplemente fue hermoso compartir con ellos esos momentos, con la mística de lluvia de fondo, las velas y luego la luz otra vez.
Antes de irnos nos volvieron a despedir con honores agradeciéndonos la visita: nos premiaron a la india, poniéndonos un pañuelo en el cuello.
Para coronar el día medio mojados luego de la lluvia incesante, nos llevaron a comer una clásica dosa a un lugarcito en el pueblo
Terminamos llegando al Ashram como a las 3 de la mañana.

jueves, 9 de abril de 2015

Mini reporte

Mucho pasó desde mi último post.
La vuelta al Ashram fue un retorno a casa literal. Mi primera llegada al Ashram fue llegar mi casa interior. A ese lugar en el que te sentís realmente a gusto con vos mismo y con el entorno. Ese momento en el que te sentís uno con el universo y sentís que vos le pertenecés al mundo y que el mundo te pertenece. Pero esta segunda llegada al Ashram fue llegar a la casa en la que muchas veces ves el desorden y te desespera, esa casa en la que se te vienen los mismos problemas de siempre o nuevos, esa casa en la que tenés discusiones con tu familia, en la que podés sentir incomodidades, en la que tenés que ir a trabajar y querés quedarte un ratito más en la cama y no ir a trabajar, en la que querés quedarte con tus amigos hasta tarde, pensando que al día siguiente tenés que ponerte a hacer tesis.
Así fue mi segunda llegada a casa después de unos lindísimos días en Delhi en la casa de mi amigo indio Sahan.
Volví al Info Centre. Esta vez con más experiencia y con mayores desafíos. Nos cambiaron al jefe y nos desestabilizó un poco el panorama. Estábamos todos tan contentos con nuestro actual jefe Prashant, que la noticia nos descolocó a todos. Pero eso pasa todo el tiempo acá en el Ashram. Nadie está estable en un lugar. Vas rotando. Supongo que para que uno no se aburra, para asumir nuevos desafíos, para dar un poco de aire. Y supongo que también para generar esto que generó en nosotros: un poco de incomodidad, de salir de la zona de confort.
Así que tener jefe nuevo me enfrentó a nuevos desafíos. Solo de verme detectó que podía utilizarme para más que atender a las visitas. Así que me puso a trabajar, en cada momento libre que tenía, en el armado de manuales para instruir a los nuevos sevas (voluntarios) al llegar al Info Centre. Eso me tuvo bastante ocupada las primeras semanas. Y cuando terminé me abrió las puertas para que fuera a hablar con los secretarios de Guruji para arrancar mi tesis de maestría acá. Eso es lo que me tiene más ocupada en estas semanas y es lo que me tendrá más ocupada en estas semanas también. Hacer la tesis acá fue una de las condiciones que me puse a mí misma para quedarme estos meses, así que estoy asumiendo mi compromiso.
En este mes haciendo voluntariado me volvieron a caer dos fichas importantes. La primera es que lo que pasa adentro pasa afuera: los mismos problemas que uno enfrenta en la vida real, también ocurren adentro del Ashram. Celos entre compañeros de trabajo, el que no trabaja, el que dice que se siente mal y no aparece, el que desaparece, los que hablan por detrás y podría continuar con la lista. Pero por otro lado, y aquí mi segunda ficha, que trabajar en un ambiente como este tiene un gran diferencial y es ver cómo se solucionan o se les da un nuevo viraje a estas cosas. En este mes y medio cada vez que hubo un pequeño problema, se resolvió de 3 maneras distintas y siempre hablando entre todos y haciéndonos crecer como seres humanos y profesionales. Es hermoso cuando de un conflicto interpersonal, una persona puede elevarnos a todos y sacar lo mejor de cada uno, para luego sentir que esta es mi familia.
Y esa es la misión de Guruji y del Arte de Vivir: una familia mundial. Y acá la siento cada día más. Antes la sentía porque estaba rodeada de gente de todas partes del mundo; ahora siento que India en sí misma es mi familia. Haberme quedado en esta época donde hay poco movimiento de visitas internacionales hizo que me hiciera muy amiga de los indios con los que trabajo y de amigos de ellos. Mucho cambió gracias a esto, ahora como muy seguido con ellos en el comedor de los nacionales en los que me siento en el piso y como con las manos (se acuerdan que me rehusaba a hacerlo?), jugué al cricket en el campeonato de mujeres y hasta muchas veces entiendo cuando me hablan en hindi. Impresionante lo que 4 meses pueden hacer cuando uno está disponible a aprender y seguir creciendo en todos los aspectos de la vida.
La parte no feliz de toda esta historia es que el calor me estuvo matando. Hoy, y creo que es por esto que estoy escribiendo, es el primer día que tengo más energía en el horario de entre las 12 y las 16. Pero llegando a los casi 40 grados diariamente me estuvo provocando todo tipo de reacciones que me han llegado a generar ganas de volver a casa de lo insoportable que sentía el clima.
Si hoy escribo así de feliz y contenta es porque ya reviví. Tal vez me haya empezado a acostumbrar o al menos ya tengo algunos tips de cómo combatirlo.
Espero que todos estén viviendo sus respectivos momentos presentes. Ahora!
Los abrazo.

sábado, 14 de marzo de 2015

Extrañar

Este verbo debía aparecer en algún momento en todo este relato. En algún momento me iba a pasar, tocaba.
Ya pasaron los 3 meses, ya pasaron todas las emociones de lo nuevo, de lo que se viene, de lo que no sé, de lo que ya pasó. Y no es que no sigan pasando cosas por acá, todo lo contrario, más cosas me pasan, más cosas vivo, experimento y aprendo, pero a veces me tele transportaría a Buenos Aires para no perderme de nada.
Como conté en el anterior post, una de las razones que me hicieron dudar más en irme o quedarme era el cumple y bautismo de mi primer y único sobrino. Eso está pasando en este momento. Ayer fue el cumple de quien iluminó todo mi 2014. No quiero ser tan tremendista y decir que mi 2014 podría haber sido depresivo, pero creo que en algunos momentos le temí a la angustia y la depresión y la realidad es que su presencia me llenó de vida y de alegría. Lo dije varias veces, que mi hermano y su mujer hayan tenido un hijo, tener un sobrino, es una de las cosas más lindas que me podrían haber pasado. De esos sentimientos inexplicables de amor.
Y así, eventos como este, me empezarán a pasar en estos 3 meses. Seguro serán muchos los momentos que me “perderé” y personas a las que hay momentos en los que digo, cómo me gustaría un abrazo, una mirada, un comentario. Pero si sigo con mis sincericidios, no quiero volver a caer en esto. El sentimiento de “no querer perderme de nada” me costó caro cuando volví a Argentina luego de un año en Alemania.
Tal vez la lección sea: “nada se pierde, todo se transforma” diría Jorge {por Drexler, cantante uruguayo, uno de mis preferidos}
Uno no puede recuperar momentos. Uno toma elecciones y esas elecciones tienen sus sucesivos resultados. Querer ganarle al tiempo no quiero que sea más una necesidad. En este tiempo en el Ashram aprendí algo: cuando estás en este estado de paz y amor, el tiempo pierde sentido y solo te dedicas a ser feliz sea el momento que sea, sea donde estés.
Hoy pude sentir esa conexión con mi familia, esa de no sentir el tiempo y el espacio. Verlos a todos reunidos, en el ruido familiar que tanto me gusta, esa euforia, esas ganas de vida. Y sentirme ahí.
Ayer una amiga me habló acerca de ser maestros del tiempo, es algo que Guruji tambien habló como mensaje de navidad. No ser afectados por el tiempo. Y yo le pregunté: y cómo nos volvemos en maestros del tiempo? Y su contestación fue: cuando el tiempo deja de afectarte, cuando el tiempo como clima deja de afectarte si hace frío o calor  y qué importa cuántos años tenes si 27 o 40 para ser feliz.
Algo así me está empezando a pasar.
Qué importa en qué lugar y momento del mundo estoy. Si siento a toda mi gente más cerca que nunca y sobre todo, mi sobrino me abraza por Skype como si estuviera con él.
Reflexiones de un sábado muy caluroso en Bangalore.
Los abrazo

lunes, 2 de marzo de 2015

El día que volvía

Sí, el día que volvía y no volví. Parece que India está tan bueno que sentí que no era el mejor momento para volver. Así que aquí estoy, en Mumbai pero con la diferencia de tomar el vuelo de Lufthansa a Buenos Aires, me estoy tomando un IndiGo a Bangalore devuelta.
Razones lógicas, difíciles de encontrar. La realidad es que cuando uno toma este tipo de decisiones, sí, para dejarlos contentos les puedo decir un montón, las puedo pensar y re pensar en la cabeza.
Pero si realmente me preguntan. Una voz interna que me dice desde hace 2 meses: better stay, better stay.
Esa voz puede ser la correcta o no. No lo sé. No puedo decir que esté en tal plano evolutivo como para decir que es la voz correcta y que no se equivoca, pero sí sé, que todo se dio perfectamente como para que me quede.
Tuve dudas? Miles!!
Empezando por ¿me voy a perder el primer cumpleaños de mi sobrino, mi mayor alegría durante la pesadilla de año que tuve? ¿y el casamiento de una amiga del alma?
Hasta: ¿es un capricho? ¿Qué van a pensar de mí? ¿soy una irresponsable? ¿no debería estar pensando en mi carrera profesional? ¿le estoy escapando a algo? ¿quién me va a creer después de esto, cuando dije SEGURO vuelvo en marzo? ¿mis amigos se olvidarán de mí? ¿mi familia estará bien? ¿y si le pasa algo a alguien?
Podría seguir... pero como se darán cuenta... hubo algo más grande que me movió en esta dirección. Y creo que la mejor respuesta es: siento que es lo que necesito para profundizar mi crecimiento espiritual. Y ese es un compromiso que tomé desde que tomé conciencia de la importancia de esto, sin ser consciente de que así era.
Si yo crezco, todo crece. Si yo estoy floreciendo, puedo generar que todo lo que está cerca mío (en el plano físico y en el sutil) florezca. Así que tomo el compromiso por mí, para poder tomar el compromiso por el mundo.
De seguro hay mil formas para lograr esto. Este es el camino que elegí yo.
Así que por tres meses más de aventuras.
Con todo el amor del mundo.
Los abrazo y están en mi corazón.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Yo la vi en un tren

Acá estoy. En el tren después de como un mes que de no postear. Obviamente resultado de una necesidad mia de que si escribo tiene que ser en tiempo cronológico y sin dejar de contar detalle. Pero venciendo mis limitaciones, me desafío a mi misma, me voy a saltear capítulos y voy a llegar al día de hoy. Vamos a ver si lo logro.
Después de dormir una hora y media, me desperté a las 3.45am que el taxi me esperaba en la puerta del departamento de mi amigo Sahan en las afueras de Nueva Delhi.
Destino de la fecha: Taj Mahal, Agra, Uttar Pradhesh.
No sé cómo hice para reaccionar, levantarme, cambiarme, agarrar mis cosas, NO OLVIDARME DE NADA (cosa de lo más importante), hasta cargar mi botella de agua con agua bebible y subirme al taxi. Punto número uno: logrado. Pero llegó el 2 que era más importante aún. A dónde voy? Decirle al taxista que gracias si podía hablar dos palabras seguidas de inglés. Delhi es enorme, mirá si hay más de una estación de tren?
Estas cosas solo me pasan, porque cuando sé que hay alguien que se está encargando de ayudarme en todo, me despreocupo totalmente.
Gracias a Dios, algo he aprendido en estos meses en India y es a no preocuparme demasiado, solo lo suficiente para resolver, pero sino confiar que estoy fluyendo en la conciencia y que más cuidada en la vida no puedo estar.
El taxi me dejó en la puerta de la estación, mi tren existía y tenía más de una hora de tiempo. Así que decidí que era un buen momento para hacer el Sadhana (mis prácticas de yoga y meditación) en el andén.
En estos días de viaje, me estoy dando cuenta que en la medida que más me comprometo con mis prácticas, las honro y no las dejo por nada, más fuertes y profundas son. Y hasta tienen efectos que me siguen sorprendiendo.
El tren salía a las 6am. Así que 5.45am como si alguien me estuviera sacando de ese espacio que no sé bien cómo describirlo, abrí los ojos y el tren estaba delante mío.
Mi amigo Sahan me sacó el pasaje en el mejor de los mejores lugares. Tuve dos cosas de desayuno en un viaje de solo 3 horas! Me trajeron el diario... Tenía mozos. India el país de los contrastes y yo fluyendo en ellos.
Y así... Cuando uno fluye, los planetas se alinean. Venía colgada de mi luna... como cada vez me doy más cuenta que a veces estoy. El tren se detiene, entran nuevos pasajeros. Y una me dice, este es mi asiento y yo le digo: no, este es el mio. Cuestión que como se ve que ahora he mejorado mi colgades, con conciencia. Se me ocurre preguntarle al de al lado en qué parada estábamos y me dice: Agra. Así que agarré mis cosas y salté del tren.
Ahora llegaba el momento difícil: los conductores de los taxis y Rickshaws se me iban a tirar encima para ver con quién me iba.
Fluyendo con la vida. Encontré a un divino que me terminó llevando a todos lados. Obvio que nada es gratis, pero hoy estaba en generosa. Jugué a sentirme rica por un día. Esto de viajar sola en India y con todo el mundo pidiéndome que por favor me cuide está haciendo que a pesar de mi colgades y que hablo hasta con las paredes sin importarme nada, haga las cosas con más precaución hasta cuando tenga que pagar 3 veces más. Y bueno... veo que todo el tiempo, todo fluye. Y todo lo que se me va, me vuelve de alguna forma. Y estoy aprendiendo de eso. Ahorro por un lado, pero después lo doy por otro lado y así y al final se trata de balance.
Y llegó el momento del Taj Mahal. Llegar ahí te das cuenta por qué es una de las 7 maravillas del mundo. Así como sentí cuando llegué a Machu Picchu y mismo las Cataratas del Iguazu. Esos lugares que te conmueven el corazón. Y una paz de estar caminando ahí, sola y el corazón. Con una paz. Después de hacer la linda caminata por todo el parque. Me senté afuera del Taj y medité por casi 25 min. Como decía antes. No sé si es India, si soy yo después de 3 meses de pura meditación, si son los astros o si es todo junto. Pero un viaje por la conciencia. Un estar 100% presente y alerta a lo que pasa en el ambiente y a la vez perdida en el espacio.
Almorcé con el conductor del Rickshaw, que como estaba en generosa, lo invité a comer. Disfruté de cada momento de la conversación en su inglés casi inentendible.
Después me llevó a conocer cómo se hacen las piezas de mármol de decoración. El dueño me invitó un Té Chai y terminamos tomando un segundo Chai hablando sobre lo que es la espiritualidad para cada uno. Sobre India, la cultura y nuestros maestros. La parte más graciosa fue cuando después de solo ver hombres pasar de acá para allá dije a todos que los tiempos ya estaban cambiando y que era hora de que incorporaran a las mujeres al negocio. Se me rieron, me explicaron que siempre había sido así culturalmente, pero que tenía razón, que iban a tomar mi recomendación. Quienes me conocen saben con qué tipo de frescura se los dije! Los dejé a todos descolocados.
Ya estoy casi llegando a Delhi ahora, mi vuelta con la plebe como debe ser. Ventanas abiertas, pelos al viento y disfrutando de estar viva.
Lo logré! Me salté un mes de vivencias!!!
Seguiré con más capítulos.
Besos y abrazos.
Cande