Ya pasaron los 3 meses, ya pasaron todas las emociones de lo nuevo, de lo que se viene, de lo que no sé, de lo que ya pasó. Y no es que no sigan pasando cosas por acá, todo lo contrario, más cosas me pasan, más cosas vivo, experimento y aprendo, pero a veces me tele transportaría a Buenos Aires para no perderme de nada.
Como conté en el anterior post, una de las razones que me hicieron dudar más en irme o quedarme era el cumple y bautismo de mi primer y único sobrino. Eso está pasando en este momento. Ayer fue el cumple de quien iluminó todo mi 2014. No quiero ser tan tremendista y decir que mi 2014 podría haber sido depresivo, pero creo que en algunos momentos le temí a la angustia y la depresión y la realidad es que su presencia me llenó de vida y de alegría. Lo dije varias veces, que mi hermano y su mujer hayan tenido un hijo, tener un sobrino, es una de las cosas más lindas que me podrían haber pasado. De esos sentimientos inexplicables de amor.
Y así, eventos como este, me empezarán a pasar en estos 3 meses. Seguro serán muchos los momentos que me “perderé” y personas a las que hay momentos en los que digo, cómo me gustaría un abrazo, una mirada, un comentario. Pero si sigo con mis sincericidios, no quiero volver a caer en esto. El sentimiento de “no querer perderme de nada” me costó caro cuando volví a Argentina luego de un año en Alemania.
Tal vez la lección sea: “nada se pierde, todo se transforma” diría Jorge {por Drexler, cantante uruguayo, uno de mis preferidos}
Uno no puede recuperar momentos. Uno toma elecciones y esas elecciones tienen sus sucesivos resultados. Querer ganarle al tiempo no quiero que sea más una necesidad. En este tiempo en el Ashram aprendí algo: cuando estás en este estado de paz y amor, el tiempo pierde sentido y solo te dedicas a ser feliz sea el momento que sea, sea donde estés.
Hoy pude sentir esa conexión con mi familia, esa de no sentir el tiempo y el espacio. Verlos a todos reunidos, en el ruido familiar que tanto me gusta, esa euforia, esas ganas de vida. Y sentirme ahí.
Ayer una amiga me habló acerca de ser maestros del tiempo, es algo que Guruji tambien habló como mensaje de navidad. No ser afectados por el tiempo. Y yo le pregunté: y cómo nos volvemos en maestros del tiempo? Y su contestación fue: cuando el tiempo deja de afectarte, cuando el tiempo como clima deja de afectarte si hace frío o calor y qué importa cuántos años tenes si 27 o 40 para ser feliz.
Algo así me está empezando a pasar.
Qué importa en qué lugar y momento del mundo estoy. Si siento a toda mi gente más cerca que nunca y sobre todo, mi sobrino me abraza por Skype como si estuviera con él.
Reflexiones de un sábado muy caluroso en Bangalore.
Los abrazo